Se me enreda un pensamiento
que se acuerda con tristeza,
viendo un vuelo y su belleza
mi locura y su contento.
Se me enreda hasta el aliento
por las manos y en los dedos,
mil caricias sin los miedos
con sus mimos complacidos;
los momentos divertidos
devolviendo los remedos.
Me divierte el sentimiento
con las ganas de besarle,
por la dicha de abrazarle
sin ningún acosamiento.
Es que siempre se está atento
a servir con mi atalaye,
siendo fiel porque subraye
algún silbo que complace;
lo que a mí me satisface
consiguiendo, me desmaye.
Se me traba hasta la lengua
cuando digo que... ¡te quiero!
¿Y sonríes porque muero
viendo como nada mengua?
Por fortuna se deslengua
este ser de carne y hueso
y algún verbo muy travieso
se conoce su presente;
si el pasado fue prudente
lo ha guardado muy secreto,
y, aunque salte esta muy quieto
evitando estar demente.
El tesoro del amor
es misterio bien guardado,
bajo llave y encerrado
se mantiene con fervor.
Quién lo sabe con ardor
aunque muera de ansiedad
lo vive su soledad,
planta cara a la añoranza
se queda con su esperanza,
la ternura y su bondad.
A. Elisa Lattke en: "El ruiseñor"