Estáis y se agradece

17/12/10

El que vuelve conoce

En la anodina simetría del disparate no sé de esta Fe mía si puedo elevarla al cuadrado, si tengo las pupilas acostumbradas a las visiones, a la profundidad de una elevación que me desgasta, al raciocinio que trasciende o si en la cotidiana  integración al medio, elevo mi estado de conciencia, aprisionándolo. No me disgusta el resultado, la desplegada energía, el hábito de la suplica, los silencios elocuentes,  la costumbre del cálculo, pero sobre todo el temor que me señala; así que mediante la estancia interior en soledad del hueso, me invitan las palabras cubriendo mi secreto para  entregarme a la sustancia del aire que consumo en átomos. La única vida posible a este lado del universo: Pensamiento, palabras y acción... ¿Pero dónde el amor? El verdadero, el real, el que trasciende y permanece habitándome y por el escribo esperando siempre una respuesta. Este amor no tiene cuerpo, sólo es alma que me eleva y transmuta cuando levita en su mandamiento.

Espacios ensordecidos a mis llamadas se duelen en interioridades, germinando en estos vacíos angustiosos que me absorben; aunque sepa que aún existe el grito desde el barro que me construye  a este lado del Universo, y que de sus compuestos minerales y proteínas tomé la forma de mi ser o la conciencia en mi ánimo para darme sus mensajes. El que vuelve conoce y sabe que hay un océano original  desde donde brota su sed, colmado lo traen los astros de su energía en mi movimiento, para su microcosmos. Que por las sombras de su interior busca la luz como lo harían las flores de girasol en la tierra. Del que vuelve se conoce y se tiembla como lo hiciste tú al mirarme sin poder explicarte lo que sentías.

Por momentos me pregunto si sigo en ella, en tu luz interior; si ese cielo que  me pretende se da cuenta que ya me tiene y me tuvo siempre, que aunque no se lo crea no estuvo en lo que se le brindaba, la comparecencia de la memoria permitida, porque yo lo quise ante la confusión de la carne. ¡Pero cómo aseverar que un  envoltorio vulgar que se nos pone delante, tan humano y necesitado, también está el germen de dioses que se busca en su primigenio embrión, queriendo tenerlo para sí dándolo todo!

Cuando observo los libros pienso que no tengo un libro escrito por mí, pero mientras miro el lomo de los que tengo delante soy capaz de adentrarme en ellos. Sé cómo se titula el mío, el que no existe. Reconozco a todos sus personajes sirviendo a múltiples situaciones que sólo se desarrollan acá  por culpa de sus sueños o de su imaginación, tomando nota de todo lo que ha sido, es y será porque todos los supuestos se repiten cambiando las escenas, los tiempos, nombres y situaciones. Que mis personajes alimentarán a otros con sus historias y que lo que yo escriba se repetirá de nuevo en el mundo, ¡cuando eres memoria del mundo!  Pues de nuevo se habrá creado mi mundo paralelo donde yo soy su protagonista principal, su eje, su centro y su dios. Sé también de sus gentes que lo habitan y cómo nacen más sueños en sus hogares, escapándose al atardecer a través del humo de las chimeneas, en energía de sus cerebros o desde las ventanas miran los más jóvenes,  la lejanía para seguir soñando y la imaginación recorre todos los caminos de la tierra para volver a caer en los mismos deseos; entonces puedo ver como se transforman sus pensamientos en cada uno de ellos y cómo en la vida en su hogar de reposo, en el de su descanso y el del sueño; como es como un aleteo de las aves recogiéndose.

No, no deseo que este universo mío depare tristezas a este mundo reducido a unas cuantas páginas y creado por mí, que debe cumplir su cometido y un efecto en el entorno que le espera, como la necesidad del infante que necesita la vida y succionando de los pechos de su madre, se llena del cálido alimento apretando su ávida boca hasta saciarse quedándose dormido, para soñar de nuevo. Así es esta ilusión  que trae el tiempo a hombres y mujeres, como los ladridos de los perros cuando pasan los campesinos de vuelta a sus hogares y esperan al amo. Todos esperamos un amo y le 'ladramos' a los que pasan o le oramos al que no y, hay quien se atreve a acariciarlos para que se tranquilicen. Muchos de nosotros los seres humanos desearíamos  en cualquier momento de la vida cambiarnos por ellos.

En los lomos de los libros se guardan pensamientos de sus autores, ellos dispusieron la vida  y su energía la dejaron en el mundo formando ideas y presumieron situaciones con ellas, por eso me huelen madera cortada, a dolor vegetal,  a tierra arada, al pan recién hecho, al queso recién cortado, al impulso del hombre sobre el lecho, me huele el placer de su sudor y su gemido, la unidad del ímpetu, la laxitud de los cuerpos satisfechos; sé todo el significado de la íntima embriaguez de las pequeñas muertes en 'el polvo divino'; del recogimiento que ejerce la vida en cada hogar; pero me sigo preguntando si en el hábito de hacer siempre lo mismo por una necesidad y una recompensa ¿hay amor o es este lo que esperan? Si todo eso a que se acostumbra la palpitación diaria, ¿es amor?

En el conocimiento que me sugiere estas eternas dudas en que navegan mis razones para dejar de soñar permanezco en el dolor de no ser, siendo esclava de mis pensamientos; por eso penetro en ti, amor  de encuentros,  para sacar mis notas al margen de mis páginas íntimas con la señal que se deja en gotas de lágrimas, porque soy un ser humano sensible lleno de dilemas cuando asiste a sus lecturas interiores, a la curvada espalda del tiempo sobre su vida, cuando sé perfectamente que sus relaciones con el mundo y lo que ha visto, no emergen sólo de mí en la imaginación del rapto y sí en la sospecha de quien sigue desposeyéndose de lo que tienta en lo terreno, algo que no entendiste. ¡Cómo explicarte que necesito de la Unidad de las renuncias cuando sabes de las pupilas expuestas a la luz de quien sí me veía, cómo borrar el vaho del cristal que me borraba tu imagen con el llanto, pero podría reconocerte  entre el tumulto.

Por todo esto que sabes y que digo, reviven mis cenizas y duele el pensamiento; sé que tienes el impulso de lamer las heridas de mis manos y postrarte como yo de rodillas ante lo imposible que nos separa.
Oh, mía es la fuente ajena que me da la nocturna tormenta interior con el relámpago que confunde, el rayo que estremece y el estallido de luz hacia mi ocaso; pero sabes quien ha de permanecer mientras se abre camino en ella por las cimas de los acantilados; sé lo difícil que es  aceptar todo esto pero no tanto cuando sabemos lo que hemos de decirle al padre a nuestra llegada, porque todos nos llevamos astillas de la cruz clavadas entre las uñas.

Elisa
2010

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¡Gracias por tu visita! Se sincero siempre no necesitas para ello excederte, sólo estimular a quien lo hace bien. Juzga la labor tanto si es escrita como si es un dibujo o pintura de su autora si la hubiese. Muchas veces entramos a un sitio y no hallamos lo que queremos... Es como quien busca sin suerte y entra en un castillo cuya figura se yergue en el paisaje. Es hermoso ver e imaginar detrás de sus muros lo que hay; pero ya dentro no existe nada y todo ha desaparecido a través del tiempo y se adueña el cacío, están sólo sus muros llenos de tristeza y de sombras, entonces nos queda la imaginación para sentir que cada día mientras esté de pie la luz solar o el firmamento lo llenará de estrellas o de luna de su ayer. A veces somos así algunos seres humanos, como un recuerdo que se escapa dentro de nosotros hacia lo que no existe bajo su techo y sabe permanecer en el corazón de todo universo. Ranita.