Este corpus comunicativo,
esta realidad del ser que nos desgasta
se acostumbra al sonido de su lengua,
al tacto del amor en la palabra
como al vestigio de un roce en las falanges.
Este mundo desaparecerá conmigo
y no serán los verbos que conjuguen
los vuelos de un ruiseñor o la gaviota.
Me cuento con mí misma
en el bálsamo de savia que se bebe
del árbol enraizado de la vida.
Es honda la penumbra
donde se sumerge el recuerdo habitado;
y son mis brazos remos inútiles sin mares.
Sólo me siento en el tecleo que ama el sintagma
y se descubre por fin como "la anciana inútil"...
Razonando, pensando, hablando con coherencia
pero callando muchas cosas, aquello que ata cada lengua.
¡Qué más quisiera ser, que un hada mágica!
Elisa
2011
No serás un hada mágica, pero eres como un liprechún que observa, siente y presiente. Las señales están ahí y nadie las puede borrar, aunque se intente quitar importancia a cualquier guerra que ha habido en la historia del hombre. Hay dos tipos de conducta, la dura y la inmadura. Es la última la que más señales da.
ResponderEliminarSerá cosa de lo de siempre y cómo ha funcionado: Percepción. Algo que nos pertenece y está igualmente en ti. Te quiere tu "Vieja"... Ya ves qué connotación más bella para un ser que es madre y por años se la merece. Como raigambre de un noble, añejo y humano título ganado por la edad de la experiencia. Vida aún en un respetuoso proceso de fermentación. Esto me hace recordar una comparación poética por aquéllo de lo que fermenta con los años...
ResponderEliminarGracias por el comentario.