No sé si estoy en cualquier atardecer
o en la morada del ocaso.
Se hace turbio el pensamiento cuando las intenciones
se deshilachan en palabras, juraría sentir otra cosa
cuando me siento en la profundidad de tu abismo
¡Y cede con furia a mis pisadas!
...
Comprendo a mis años la vida
y esas distancias guardianas de la Verdad
como del firme sentimiento para avanzar a tu tiempo.
Nada se pasa por alto, nada cae en el vacío
pero si hay humildad para entenderlo todo
se la debo a la experiencia.
Se agita el mar de mi norte y es infinito
entendiendo sus cambios en el oleaje del sur;
y en el vuelo de las aves, se recoge mi corazón
con el dolor que me separa de un abisal sentimiento.
No quiero hacer preguntas
cuando me sabes de aire y me respiras.
Duele tanta cordura plañidera que no justifica la locura del silencio.
Desde que somos seres humanos en este mundo
es la torpeza la que nos acompaña a todos, tanto como los sueños;
y tú y yo, a pesar de lo que separa con rabia,
sabemos perfectamente del peregrinaje del alma
en cada renglón que amamanta la poesía;
y como ella se resuelve en vaguedades sin ser directa.
Nunca habla más de lo justo y deja al libre albedrío el pensamiento
aunque diga lo que siente, se refugia en sus metáforas.
Por eso sé que también las rosas, si hablaran, no morirían nunca
conservándose marchitas con toda su aroma... Tu esencia.
Hoy me acongoja el límite y la puerta de un jardín cerrado
¡y lamento ser juzgada en mis adentros cuando se ha quedado mi alma en su corola!
Recuerda que las mariposas azules no abundan en los bosques de una rana
pero sí son felices cuando las cautiva su rosa.
A. Elisa Lattke V.
Solleft/sep/11
Bellísimo poema Ranita, me ha encantado. Te felicito, amiga. Un abrazo.
ResponderEliminarEstas charcas te reciben con el canto del agua y el salto de una rana, Gracias, Julie. -Devuelvo mis azules abrazos.
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