Sobre el lienzo de la vida
se distinguen pinceladas de ocres
y resplandece la bruñida superficie,
con su metálico sol de ocaso.
Un trazo descubre la firmeza
de los senos de la noche,
ruborizando estrellas pudorosas
y dos luceros de incertidumbres
cubren sus pezones.
Todo retrasa un rasgo más que define verdes
en el púdico albor de una costumbre.
Amaneciendo, ralentiza el alba
derramándose el instante entre sollozos.
¡Pueden las blancas alas de las nubes
acariciar el pubis de la luna
enseñándola desnuda!
Bajo un palio de sombras se refugia el amor,
no hay horizontes sin velas
pero sí tentaciones fermentando el sueño de la costumbre,
arriesgando en su nombre hasta hacerse cansancio,
para apagarse en el umbral del amanecer
un pensamiento.
Han codiciado los últimos pétalos de una rosa...
Y sin vencer al pudor...., en cada pincelada,
¡los azules se hacen caminos de alabastro!
Elisa
me gusta ese amor cósmico que abre la fantasía del corazón humano, muy bellos versos, saludos Elisa
ResponderEliminarEse amor refugiado en un palio de sombras está preciso, Elisa.
ResponderEliminarY yo que no sabía que tenías dos charcas. Por los vistos, tienes tres. Eres una ranita latifundista, es decir, charcofundista. Voy por la tercera.
Abrazos.
Marién, querida, 'los egos' son polifacéticos y padecen sus problemas existenciales ¡Jajajaj! Se controlan con una dosis de renglones diarios y sed por saber, aunque tiren para el monte y el mar, soy capricornio. Bs y gracias.
ResponderEliminarMi querida "Abuela Frescotona", de eso se trata qu e nos encumbran las palabras auqnue ellas sirven de tobogán para ir directo al suelo. Todavía 'la nave' oscila entre el mundo y las estrellas. Gracias por regalarme una visita, ya veo que entre la granja y tus admiradores no paras. Bs y salud,
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