como de ese dulce fluir que maravilla
a estos lodos en que se anhela todo
y Alfarero se encarga de su arcilla.
¡Ah, del barro imperfecto y alquilado!
El pagador ajeno al que le cobran,
esos otros que viven acechando
su miseria del mal dando sus sobras.
Engañando con astucia a la justicia
los infames corruptos en las sombras,
van dejando secuelas a otras vidas
castigando futuros que no escombran.
Sé que en el barro, tu dolor es mío;
que sólo Dios pone límite y medida;
la ansiedad se refugia y surge dentro
la fe del amor ya coexistida.
Elisa
Sigo tus letras en silencio y trato de que la brisa te lleve mi saludo.
ResponderEliminarUn abrazo,
Rafael
Un soplo de ella y siendo de un buen amigo lleva un buen deseo. Amén. Gracias.
ResponderEliminarVoy caminando