Estáis y se agradece

5/5/10

DIÁLOGO SORDO



by A. Elisa Lattke V. on Wed Apr 23, 2008 6:45


Ya sé que te hablo todos los días y que puede ser molesto repetirse, pero te necesito más que nunca y sé que no puedes interrumpirme este diálogo sordo. Además por estos lugares no hay con quien hablar, la gente va a lo suyo y tú y yo estamos juntos para hacernos compañía. Supongo que habrás visto las flores que me ha dado tu hermana para ti, las he dejado en esa vieja frasca de plata y cristal que nos dio Irma, mi cuñada, cuando nos casamos, ya sabes, la novia de mi hermano Vicente, ya los dos no están... Sí, fue otro dolor que nos deparó la casualidad en uno de sus viajes de fin de semana.
¡Míralas, son muy bellas las dalias, creo que allí lucen perfectas! Sabemos como son estos lugares, necesitas rodearte de alegría y, además te he traído un libro, sé que te gustará que te lo empiece a leer mañana, así tú no te aburrirás tanto. Se titula “Ramsés el hijo de la luz”, te va a gustar; en realidad quiero que lo termines de leer, te lo has dejado empezado, me percaté de ello cuando hacía limpieza y lo tenías al lado de la mecedora en la terraza; he leído un poco durante el camino en el autobús y parece interesante, pero también me gustaría leerte algo diferente. Pero antes, eso sí, me sentaré aquí a tu lado por un rato así podré tener tus manos entre las mías... y sobre todo pensar un poco, porque en ello ando siempre... ¿Sabes?... ayer escribía esto que traigo para darle un repaso mientras te lo leo, son esas cuartillas a modo de prueba para ver como sigo y termino de una vez esa novela que empecé, la que leías con entusiasmo antes de enfermar, pero entonces hablaba de otras cosas en ella y tuve que ir cambiando el argumento a medida que tú no respondías... El editor me afana y sabe que ya no tengo el tiempo que necesitaba, porque tú eres ahora lo más importante para mí aparte de nuestro hijo y su familia, pero no te puedo dejar tanto tiempo solo, me necesitas, quiero que no me olvides y cuando algunas veces me sonríes y me miras, me hace tanta ilusión que creo que aún puede haber algún milagro; pero hace una semana permaneces ajeno a mi presencia y no dejo de pensar en ello y en lo que será de mí cuando tú no estés. Tampoco quiero pensar que no escuchas, que no me entiendes, que no estás completamente alejado de este mundo si cuando te observo no lo parece del todo. Tal vez como tú me advertías en un antes eso que decías que podría ocurrirte... Y cuando me despertaba y no te veía a mi lado corría escaleras abajo para saber dónde estabas. Te encontraba sentado en uno de los escalones de la entrada, mirando fijamente el árbol donde tantas veces nos quedábamos viendo a nuestro hijo jugar. Me hacía a tu lado para ampararme con tu cuerpo de la fresca mañana y alguna de esas veces, sin mirarme, me hablaste como en un susurro pero entendí lo que decías: “Si me ves ausente no te hagas ilusiones, es la bruma que ha segado mis pensamientos”. La obsesión de desaparecer de tu conciencia te embargaba y apenas dormías.
Te leeré un poco lo que te digo que he escrito esta pasada noche hasta que me entró el sueño, quedándome dormida en el sofá de la biblioteca, siempre me pasa pero ya no estás tú para despertarme o llevarme cargada a la cama como una niña... ¡Eras fuerte! Ya sé que no podrás opinar nada pero al menos me hace ilusión que sientas los sonidos de mi voz hasta que termine, te quiero y sueño con ver que vuelves a mirarme como otras veces y me sonríes, no me resigno... ¿Recuerdas donde habíamos dejado el capítulo? Precisamente allí en aquel camarote del barco aún habitable, porque estaba encallado frente al mar, en ese dique seco donde fueron a parar en una tormenta sus dos protagonistas, donde conversaban Louis y Paula... No quise darles otros nombres a estos personajes, porque con los nuestros encajaban en su historia. Éramos iguales, pensaban lo mismo y sus vidas eran parecidas. Si te cansas de escucharme me aprietas la mano y lo entenderé. Antes lo hacías.
...
“Louis, de aquella noche de tempestad nos alejamos todos. Unas veces porque nos agota el temor de ser lo que no fuimos y, otras, ser parte temeraria de lo que improvisa la necesidad, sintiendo la caricia perdida, la composición de un recuerdo, la ilusión en cada paso sin conocer a ciencia cierta el camino, aunque lo hayamos repetido miles de veces. Todo puede ser una nada o un vacío que argumenta una quimera, pero de los sueños nos hemos colgado casi todos. Hace falta un trueno para desprendernos de ese pavor que nos ofrece ser parte de una realidad que no nos gusta y, despedazados por ello, afrontar las lágrimas vencidos o quedar flotando en otro espacio interior de una vez y para siempre. Ser como cadáveres en vida, como cuando se tiene el Alzheimer .

Louis, es como cuando la tía Gregoria tu hermana se fue alejando de nosotros y ya no la recobramos a sus setenta años, como tú ahora... -¡Era tan guapa!- Recuerdo su mirada que sin vernos estaba siempre fija en un solo punto, apenas parpadeaba... y un día dejo de sonreírnos y mirarnos, no nos reconocía y nos miraba como a unos extraños. Recuerdo también cómo reaccionamos los familiares, unos con llanto impotente y otros no quisieron volver a verla así de esa manera, nunca pude entenderlo, ahora les comprendería”.
“Me preguntaba también lo que podría ver ella allí sentada frente al ventanal del corredor siempre que íbamos a visitarla, y desviaba mis ojos hacia ese lugar que parecía fascinarle. Por entonces cuando la dejamos, impedidos por nuestros trabajos por no poder hacernos cargo de ella, la estación primaveral era preciosa en aquella entrada al hospital por la larga avenida de alisos se desbordaba de flores. Había patos y pavos reales, alguno que otro corzo merodeaba comiéndose las flores. Saltaban desde el bosque la valla que separaba el jardín y se acercaban al estanque; algunos visitantes les tenían malacostumbrados dándoles los restos de fruta o bocadillos. Aún recuerdo a las enfermeras que entraron para llevársela a dar su paseo y nosotros fuimos quienes se lo dimos llevándola hasta el jardín en su silla de ruedas. Nos apetecía pasar toda la tarde con ella. Quisimos que estuviese contenta mirando más de cerca las flores y los corzos y la dejamos a la sombra de un arce, frente al estanque y, nosotros, nos abrazamos sin decirnos nada mirándola como sonreía por primera vez desde que había dejado de hacerlo unos meses antes, pero sabíamos que en cualquier momento de nuestras vidas sucedería poco a poco esta despedida en la nuestra, no te lo dije entonces pero tuve miedo. Tú también lo tenías por eso me apretabas tan fuerte contra ti, suspirabas como un sollozo y pude ver como tus ojos se llenaban de lágrimas. Aquella noche de vuelta a casa no nos dijimos nada, nos apetecía hacer el amor pero de otra forma que deseábamos. No sé por qué lloramos antes mientras nos acariciábamos, quizás tú intuías lo que podría pasarte y yo también, siempre había deseado tener un hijo, lo sabías... No pensamos en hacer algo por ‘perpetuarnos’ con ese egoísmo propio del que piensa que, por tener un hijo, un ser más para el mundo, es porque el es como un reemplazo de sus vidas, sólo porque le damos un nombre... un apellido... Y no, no es así Louis, porque el nuestro lo deseábamos, eras tú el que no querías tenerlo. Ahora sabemos por qué, bueno, lo sé... como entonces".
 “Tía Gregoria murió cinco semanas después cuando sabíamos que íbamos a tener a nuestro único hijo. Eras tú mucho mayor que yo y creías que nunca podrías engendrarle, que no tenías derecho, que tu tiempo de atenciones y cuidados se había pasado y que sería duro hacerse cargo de su educación hasta que fuese un adolescente; pero entre tú y yo hemos hecho lo correcto, pudimos verle avanzar y terminar sus estudios superiores; nos sentimos muy felices y orgullosos, nunca le dijiste no a nada que él te planteara como positivo a su vida. Conocimos a Eddy su novia y nuestro primer nieto antes de que se casaran y él terminase sus estudios, quería que fueses abuelo, que tuvieses esa hermosa experiencia; ahora no les tenemos pero vienen de viaje para vernos de nuevo. Sé por qué no deseabas tener un hijo. Antes fue tu madre, después tía Gregoria y eso que me decías no lo olvido: “Están como en esa bruma donde el espanto de no ser nadie conocido, les clava los ojos en su nada y van cambiando la forma de su mirada, pero no saben qué les espanta.”- Esto me decías al ver a tu padre madre y después a la tía, y te angustiabas. ¡Y, Louis, no quiero repetir tus mismas palabras, me niego a ello, lucho por evitarlo, quiero que las cosas sean casi normales y que tú vuelvas de la maldita bruma!”
“Creía que estas cosas del vivir no es que nos enajenen, es que estamos sujetos a la vida, atados al devenir de sus circunstancias y debemos aceptarlas como llegan, pero debemos prepararnos antes y eso hicimos; hablamos tantas veces sobre ello que tú terminabas por enfadarte y te ibas a dar un paseo por el muelle para despejarte un rato. Yo me quedaba llorando porque sabía que en cualquier momento te perdería, pero no querías que te acompañase. Habían comenzado los síntomas y los tratamientos no evitaban que fueras poco a poco perdiendo la memoria, hasta que un día tuve que buscarte por el muelle, y te encontré en el embarcadero del otro lado del puerto. Estaba muy asustada, pensaba que te podrías suicidar al no aguantar lo que te esperaba. Anochecía y no tenías nada que ponerte encima cuando saliste de casa, así que salí a buscarte rogándole a Dios encontrarte para no pedir ayuda; preferí no llamar a la policía o mi familia, porque eso te pondría muy nervioso y te daba vergüenza, saberte tan desvalido. Estuve buscándote casi una hora hasta que te vi sentado entre un montón de redes, mirabas los últimos rayos de sol y las gaviotas que aún seguían volando por encima de las barcas de pesca. No te percataste de mi llegada, tampoco hiciste ningún gesto al ponerte por encima la prenda de abrigo que te llevaba. Me senté a tu lado y te cogí las manos como siempre, entonces fue cuando reaccionaste y me regalaste tu sonrisa.. ¡oh Dios mío cuánto la añoro! Me dio mucha alegría cuando después de un rato apretaste mis manos, rodeándome con tus brazos y nos besamos. No te dije nada pero estaba temblando ante este futuro, este de ahora y nos levantamos para volvernos a casa. La brisa del mar cada vez se hacía más fresca. Creo que desde entonces, ya no fuiste nunca consciente de lo ocurrido y cada vez más se repetían estos cuadros en diferentes situaciones, tuvo que venir nuestro hijo para solucionar el problema y buscar un lugar, donde pudiesen atenderte con dignidad, donde te cuidasen como queríamos y yo pudiese verte todos los días. Ahora, Louis, no sé si me escuchas, si entiendes lo que te digo, pero por eso que nos contábamos ante esta posibilidad de pasar lo inevitable, estás aquí pero no estás solo y sí conmigo cada día, hasta que oscurece y te quedas dormido; aunque no sé si ya lo estás de alguna forma porque tampoco sé si me escuchas.”


Recuerdo que una vez escribiste esto en una de mis cuartillas:
“Amor, así quizás sepamos de nuestro mundo yuxtapuesto, y estemos menos vivos para otros, los que se hacen cargo de estas muertes espirituales donde la energía se va terminando, se va yendo de su materia; pero posiblemente sus síntomas nos hagan más cómodos, menos conscientes del sufrimientos ajeno de los que nos quieren y están sanos. Olvidados reconocernos en nosotros mismos las propias torpezas y lo que nos pasa, la vida enciende la luz en otros donde mora aún el encefalograma crítico y no lo saben; se entienden que nos deja un hálito de miseria muda sin el dolor físico que es aterrador, cuando es sólo conciencia en los vivos, los que nos observan cada día, como yo lo hago contigo. Porque es este estado menos doloroso cuando el recuerdo va extirpando de nuestro ser sus luces. Entonces, mirando de nuevo hacia nosotros, allí dentro, nuevamente se pliega el cuerpo en su cápsula vegetativa, siendo inconscientes de ello para sentirnos mejor ante el mundo al que ya no pertenecemos y, cómodos en la simbiosis escéptica, donde la emoción y la energía no existen, pues se está sumido para siempre en un letargo sin vuelta. Nos vamos descomponiendo y nuestro pobre cerebro no resiste, ya no es reflejo y sol de nuestro pequeño universo interior. Sin pensamientos e ideas y la necesidad de no ser, le excluye de la pútrida materia de todo deseo humano.” - Es una muerte en vida, tú mismo me lo decías.

...
“Louis, me exilié de tu recuerdo cuando no podía depender ya de ti, si no me hablabas. Me bebí el silencio persuasivo, única retórica del eco que pudo matar esta osadía, para encerrarme dentro de otra forma, entre todas las conjugaciones esdrújulas: substrayéndome, castigándome, alejándome del mundo de los vivos y lo hice por ti, ¡anulándome! Te liberaba de mi agonía de verte cada vez más lejano, pero era evidente que dejabas una brecha sin luz en tu camino y yo, me perdía en otro abismo para no hallarte y menos encontrarme; pero aprendí a quererte siendo más joven que tú, para que te sintieras feliz de sentir que tenías una mujer hermosa a tu lado, sin importarme que eras bastante mayor cuando te conocí. Necesitaba protección y cariño, luego supe que el verdadero amor es este, tal como lo siento y seguiré sintiéndole.”
... Siento tu mano muy fría, amor...
-¡Louis, Louis, por favor, mírame, no, no me dejes por favor te necesito, no me hagas esto, ahora no amor, ahora no, no quiero esta soledad sin ti! ¡Abre los ojos, mírame, siento que tus manos están heladas! Escucha, dime cómo termino el capítulo, sólo me quedaba este último y debería terminarlo, pero ahora no tengo más que leerte, pero escucha esta última parte que pienso escribir esta noche con mis lágrimas:
- Tú, acostumbrado a saber mucho más que yo la teoría práctica del rechazo absoluto, en esa vana sociedad donde has podido desenvolverte por tu trabajo y, yo, alumna sin ventaja, aprendiza de tristezas y realidades que sé por intuición o porque mi percepción es fruto natural, un regalo que se me ofrece siempre -y ¡bien sabe Dios por qué!- Pero supe ganarme mi diploma aún a pesar de otros desprecios, banalidades del mundo éste, donde aún estoy y debo hallarte de nuevo en un reflejo. Aún me pregunto si me utilizó un absurdo destino, para enseñarme de nuevo otras lecciones para almas limitadas como a una pobre párvula. He comprendido que en este solitario vuelo con desventaja, puedo ser halcón y paloma al mismo tiempo, pero no el huracán que nos arrastra y barre por completo. Ahora sé que debo retirarme para siempre de tu vida, porque sin sentir tu amor y ya sin ti, yo, también he muerto. Hace dos meses cuando te dejamos aquí aún me hablabas y no olvido lo que me decías por entonces: “Por qué has venido Paula, ya sabes que es mejor que atiendas tu vida, eres joven aún pues ya la mía se deshace en este lugar sin poder hacer nada. Me duele que me veas así. Puede que dentro de un rato no me enteré que estás, que te has ido o quién soy, y la maldita bruma me haga totalmente suyo y olvide para siempre, es como un pacto con la nada; no seré consciente de lo que aún soy ahora. Seré nada, me está sucediendo y nada también podrá cambiar esta situación." ...
-Louis, la maldita bruma te lleva, me arrastrará con ella si no estás, me llenabas toda, ¿dónde dejaré mi amor ahora, y cómo seguiré escribiendo sin encontrar quién me escucha con todo el amor que me dabas?



®Elisa Lattke
Sobre el tema que habéis leído:

CORTOMETRAJE- "LA CITA"

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por tu visita! Se sincero siempre no necesitas para ello excederte, sólo estimular a quien lo hace bien. Juzga la labor tanto si es escrita como si es un dibujo o pintura de su autora si la hubiese. Muchas veces entramos a un sitio y no hallamos lo que queremos... Es como quien busca sin suerte y entra en un castillo cuya figura se yergue en el paisaje. Es hermoso ver e imaginar detrás de sus muros lo que hay; pero ya dentro no existe nada y todo ha desaparecido a través del tiempo y se adueña el cacío, están sólo sus muros llenos de tristeza y de sombras, entonces nos queda la imaginación para sentir que cada día mientras esté de pie la luz solar o el firmamento lo llenará de estrellas o de luna de su ayer. A veces somos así algunos seres humanos, como un recuerdo que se escapa dentro de nosotros hacia lo que no existe bajo su techo y sabe permanecer en el corazón de todo universo. Ranita.