Si duermo, amor, si me he ido
a ese viaje soñado que promete...
...Antes, déjame sentir mi barro
viendo cómo se seca y resquebraja
entre tus manos y las mías.
Háblame, no permanezcas muda
y haz que florezcan palabras,
entreguemos las rosas y las espigas
llenas de néctar presentido en nuestra almas.
Sé que dejar de ser es volver,
pero volver al contrario en dirección opuesta
buscando otra luz en el camino de sombras,
perteneciendo al último orgasmo.
Impertérrita, la angustia está presente.
Es lo de siempre cuando todo acaba
como trémulo murmullar de sangre que se frena,
no hay vida ni gemidos de placer
pero tal vez se sienten los dedos de una caricia planetaria.
Si sigo dormida, amor,
recógeme en ellas, bésame.
Concédeme una oración
y llámame por el nombre de mi ayer
... el de la infancia;
es posible que nunca prescinda de ti
y sepa navegar por tus silencios
siendo de mi sueño en el bosque,
refugio en las hojas secas del otoño,
las que caen para ser limo
aprendiendo a sentir un beso de agua.
Dormida, se acaba todo y no hay angustia
sólo las hojas se moverán
danzando sus ramas con el viento,
mientras los árboles callan;
me preocupan las aves si enmudecen.
Elisa
"Y llámame por el nombre de mi ayer". Precioso poema, y esta frase muy, muy contundente, que tanto resume.
ResponderEliminar¡Me ha encantado!
Saludines, poetisa del alma y de los bellos sentidos,
Ámber
Gracias, tú sí que sabes.
ResponderEliminarEs un honor, besos.
Elisa