a tus robles y castaños,
yo que soy de los guayabos
papayas, piñas y mangos...
Ahora tilos y olivares
nogal, retama y almendros,
si ayer mis ancas se hundían
por humedales de sueños.
Vengo de saltar las yerbas
dando mis cantos traviesos,
por carrizos y juncales
de amores y abrazos nuevos.
Te voy dejando señales
aromando tus cabellos,
donde cuelgo mis poemas
que crecen en los helechos.
Por frescas y claras aguas
con incienso me ofrecieron
el bautizo de mis fuentes,
donde mis aguas mecieron
a las nostalgias profundas
del amor de los inviernos...
Vengo con el alma herida
por estos tristes silencios.
¡Si sólo dejan sus flores
con su polen a los vientos...
aromas que son de vida,
aromas de entendimiento!
¡Ah, los perciben las almas,
se estremece el sentimiento.
cansándose el corazón
con dolor de pensamiento!
Llora a caudales el río
en cascadas de tormento.
¡Ay si tú me escucharas
cómo se escucha un jilguero,
o ese tierno gorrioncillo
trinando con su lamento
y no a la rana que croa,
porque despierta a un lucero
acunado por la luna
por zampón y puñetero!
Ranita.
Hola, paseando por la red, tope con este bello blogger, y quede marabillado, pues me encantan sus bellos poemas. Asi que desde hoy sere un admirador sullo y de sus poemas. Gracias por regarnos tan bellos poemas. Un saludo de un español en Republica Dominicana.
ResponderEliminarGracias amigo en la red, aquí estamos los que nos gusta la poesía y otras cosillas relacionadas, dándole un bello cometido al lenguaje, exigiéndonos un poco más porque es el realmente siempre maravilla, por tantas formas de decir lo mismo con diferentes matices y acentos, una hermosa herencia para entendernos.
ResponderEliminarUn cordial saludo.